Anton York, inmortal by Eando Binder

Anton York, inmortal by Eando Binder

autor:Eando Binder [Binder, Eando]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Ciencia ficción
editor: ePubLibre
publicado: 1937-01-01T05:00:00+00:00


Capítulo VIII

UNA HORA más tarde, Vera lanzó un suspiro. El sondeo de los Eternos había pasado.

Kaligor fue el primero que habló, y sus palabras iban dirigidas a York.

—Sea usted el guía. Llévenos a la superficie de la Tierra con su onda mental excavadora.

La tarea titánica les llevó un mes; York y Vera se alternaban en la perforación del túnel. Obligados por la necesidad, los dos se convirtieron en verdaderos expertos en la producción de comida, agua y aire, Kaligor se limitaba a servirles en silencio, ya que como era en realidad inmortal, no tenía que comer o tomar agua.

Conforme se iban acercando a la superficie, Kaligor se vio traicionado por un entusiasmo creciente. ¡Volver a ver el sol, el bullicio de la vida después de veinte mil años de sueños aprisionados! Sin embargo, había ocasiones en que el cerebro de Kaligor parecía estar envuelto por la niebla. Las cuerdas vocales artificiales con las que estaba equipado le servían para hablar su antigua lengua. York y Vera imaginaban las imágenes que describía Kaligor y adivinaban que éste continuaba soñando en su fantástico universo poblado de seres que ni siquiera existían.

En una ocasión, el androide se detuvo confuso, y fue hasta una hora después cuando York pudo convencerlo de que el mundo en que estaban era la Tierra, y no ese mundo irreal de sus sueños al que había llamado Volquia. Kaligor movió la cabeza tristemente.

—Yo vivo en dos mundos —murmuró—, ¡nunca estaré seguro de cuál de los dos es el real! ¡Fue demasiado largo el tiempo en que viví en aquellas tierras imaginarias!

Vera se había convertido en el centinela de incalculable valor, siempre alerta para impedir que los sondeos periódicos de los Tres Eternos pudieran descubrirlos con el detector mental de largo alcance que tenían instalado en su laboratorio del monte Olimpo. La ágil mente de Vera captaba al instante lo que la mente de sus dos acompañantes hubieran detectado cuando era demasiado tarde. Por lo tanto, cuando les hacía ella una señal, ellos instantáneamente se concentraban para bloquear sus pensamientos.

Tal como York lo había planeado cuidadosamente, el túnel desembocó en tierras australianas. Hubiera sido desastrosa cualquier equivocación que los hubiera hecho salir a aguas del Pacífico. York y Vera llenaron a sus anchas los pulmones con el aire puro y disfrutaron de los cálidos rayos solares que acariciaban su piel.

Kaligor se apoyó contra una roca; su cuerpo, extrañamente flexible, temblaba. Al fin libre de su tumba, la suya era la emoción de un alma resucitada, que había sido sepultada por equivocación y cuya tortura se había intensificado un millón de veces.

Se olvidaron de todo al verse en la superficie de la Tierra.

—¡El sondeo mental! —exclamó Vera repentinamente.

Bloquearon su mente, pero lo hicieron un segundo demasiado tarde. El sondeo mental se convirtió en una fuerza tremenda que trataba de penetrar en lo profundo de su cerebro. Los tres hicieron todo lo que pudieron por resistirla. Kaligor hizo un ademán y empezó a correr. Seguido por la pareja de inmortales, avanzó más de un kilómetro hasta sentir que cesaba el sondeo del detector.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.